CRÓNICA
Del “Yes, teacher” al “I got this”: una historia real de aprender inglés
¿Puede una lengua cambiar tu vida? Hace algunos años, no lo creía. Mi relación con el inglés comenzó con miedo, frustración… y subtítulos.
Recuerdo estar en secundaria, repitiendo “verb to be” como un robot, sin entender para qué servía. Las clases eran más una tortura que una inspiración. Todo cambió una tarde cualquiera, viendo una serie sin doblaje. No entendí mucho, pero algo hizo clic. Me di cuenta de que el inglés no era solo una materia: era una llave. Me abría la puerta a canciones, películas, conversaciones… y al mundo.
Así empezó mi travesía. No fue fácil. Entre traducciones mal hechas, audios imposibles de entender y correcciones constantes, hubo momentos en los que quise rendirme. Pero también hubo avances inesperados: la primera vez que respondí un correo en inglés sin traducir palabra por palabra, el día que entendí una broma en una película sin subtítulos, o cuando ayudé a un turista perdido en mi ciudad.
Hoy no hablo perfecto, pero hablo con confianza. Y sobre todo, con ganas. Aprender inglés me enseñó más que un idioma: me enseñó a tener paciencia, a equivocarme sin miedo, y a disfrutar el proceso.
Aprender inglés no es una carrera contra el reloj, es un viaje personal. Y como todo viaje, comienza con un paso… o una palabra.
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